
Sería casi imposible definir un origen exacto de la utilización de los barros y arcillas para el cuidado y el embellecimiento de la piel ya que el hombre, de forma casi innata lo ha utilizado para curar heridas, picaduras de insectos, etc.
Podemos encontrar referencias en los países asiáticos ya desde el s. I d.C, donde el intercambio de culturas enriqueció notablemente el arte, la cultura general, la medicina y por supuesto los hábitos de higiene y belleza. Formando parte con el tiempo de las tradiciones de las zonas más ricas de Indonesia, llegando a convertirse en auténticos tratamientos tradicionales utilizados en la corte y las familias más nobles, que hoy en día se conservan y se llevan a cabo en los mejores Spas de Thailandia o Bali.